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sábado, 21 de septiembre de 2013

EILEEN GRAY-CASA E1027 (1929).Roquebrune, FRANCIA

La Casa E-1027 situada en Roquebrune-Cap-Martin, al sur de Francia, cerca de Mónaco fue construido por Eileen Gray entre 1926 y 1929 como residencia de vacaciones de verano para ella y Jean Badovici.

Aunque la casa fue en cierto sentido una obra en colaboración, en realidad, Gray fue la única responsable del diseño y de la supervisión de su construcción. Badovici principalmente colaboró en la asistencia técnica cuando fue necesario. Gray construyó la casa en un tramo aislado de la Riviera francesa, en el lado oeste de Cap-Martin con vistas a la bahía de Mónaco. Eligió este lugar por la belleza de sus vistas y construyó la casa directamente en el terreno, con el interés de que interactuara con los elementos naturales que la rodeaban, estudiando cuidadosamente el viento y el ángulo del sol en diferentes momentos del día y el año; de esta manera fue capaz de construir una estructura con una constante, la evolución de su relación con el sol, el viento y el mar.

Gray diseñó la casa de forma que el interior y el exterior fluyeran juntos. No sólo todas las habitaciones dan a un balcón; las persianas, pantallas y ventanas son móviles, permitiendo a sus ocupantes relacionarse en armonía con el mar y las colinas que rodean la vivienda.

La casa fue diseñada como una vivienda mínima, simple y eficiente, con muebles empotrados y sin espacios perdidos. La planta alta consta de un gran salón abierto, un estudio - dormitorio, una cocina y un baño. La planta baja consta de una gran área de estar cubierta, un dormitorio de invitados, cuarto de servicio, y un aseo. En la cubierta se construyó un jardín con una cocina al aire libre comunicada con la cocina del interior, y una pequeña zona para tomar el sol.

Llevar la funcionalidad al límite como sistema de rotura del "funcionalismo" burgués, pragmático y "utilitarista", explorar los infinitos recursos del hábitat, es el fin significativo de la E.1027. No es el simple uso, ni la cruda necesidad, ni la mera utilidad, ni siquiera el hábito artificial creado por la moda, sino un uso que dignifica al ser humano, un uso "espiritual", una función humana fundamental, es lo que Gray plantea para conseguir una obra arquitectónica de altísima calidad.